El reconocimiento de los derechos sin exclusión simula al movimiento de los continentes. Avanza pero a un ritmo demasiado lento debido a la tradicional resistencia al cambio, siendo perceptible sólo cuando un sismo nos sorprende. El último temblor ha sido la aprobación del matrimonio gay en Argentina que ha incomodado a más de uno en Sudamérica. Todos dicen no discriminar pero nadie se atreve a sostener que los homosexuales tienen derecho a casarse
Siendo el matrimonio un contrato civil desde la época de los romanos, fue monopolizado a partir de Constantino por la Iglesia Católica hasta el punto de asumirlo como un sacramento. Así, nadie más que un católico podía contraer matrimonio. Ha sido recién hace un par de siglos que el matrimonio civil recobró fuerza y fue accesible para personas de otras religiones. La reciente ley que permite el matrimonio gay en Argentina, cierra y abre un nuevo capítulo en Latinoamérica. El temblor generado en el país sureño quiere expandirse en la región pero en nuestro país hasta los más “progres” han preferido hacer la vista gorda al tema. Aún así, el debate está abierto.
Algunos piensan que los gays buscan el matrimonio religioso. Otros más agresivos creen que buscan destruir el concepto de matrimonio religioso. Ilusa creencia estando tan desgastado y deteriorado dicho sacramento con la alta tasa de divorcios sin contar los temas de violencia doméstica y violación en el matrimonio. El sueño gay no busca recibir la bendición del santísimo sino adquirir derechos; se trata de acceder al matrimonio civil.
Otros piensan que es un capricho bien gay ¡Qué manera de joder de estos rosas, piensan! Pero tampoco se trata de un antojadizo gusto por vestirse de blanco y lanzar un bouquet. El matrimonio permite el acceso a un paquete de derechos adquiridos si sólo eres casado. El derecho a herencia es uno pero mencionaría el derecho a seguro médico, inmigración, reducción de impuestos e inclusive acceso a diversión.
Algunos consideran -de manera “conciliadora y progre”- que una versión paralela sería la solución. Hablemos de “unión gay” en vez de “matrimonio gay” pero con los mismos derechos, sostienen. Se basan en países como Dinamarca o Alemania que han llegado a similar solución. No obstante, ello puede ser tan o más discriminador como la negación al derecho mismo. Es como sostener que tienes derecho a usar transporte público pero te sientas atrás o vas parado; o tienes derecho a educación básica pero en las escuelas de color rosa creadas para homosexuales. Aquí pasa por un tema de dignidad más allá de obtener los mismos privilegios.
Otros creen que el tema debe resolverse a través de un referéndum. Maniqueísta movimiento por parte de algunos políticos teniendo en cuenta los grandes prejuicios que existen en la población. Los derechos como la igualdad no se mercadean ni se plebiscitan. Los derechos se garantizan.
Algunos afirman que el matrimonio es exclusivo de varón y mujer y que tiene un fin reproductivo, ya sea porque dios lo impuso o porque por tradición - generación tras generación- se hace lo mismo. Ni entre griegos famosos por sus gustos homosexuales existía el matrimonio gay, afirman. La tradición como justificación es un absurdo dado que no permitiría ningún tipo de cambio por más erróneo que haya sido. Hace poco más de un siglo, los matrimonios interraciales estaban prohibidos porque atentaban la tradición y claro, cierta pureza de las razas.
Otros en cambio consideran que el matrimonio gay permite la adopción y ello conllevará a terribles traumas para el niño. Primero separemos matrimonio de adopción porque el segundo implica el cumplimiento de muchos otros requerimientos. Segundo, el concepto de papá-mamá es un concepto que va caducando. Lo importante es el concepto de rol paterno-materno. No es sólo por el tema gay, es por el alto número de madres solteras, padres divorciados, padrastros o abuelos que ejercen como padres. La familia feliz de Susanita con la que siempre sueña la Iglesia Católica ahora es compartida por otras composiciones familiares.
Muchos sostienen que no discriminan pero que protegen a los niños. No me queda claro de qué los protegen pero si me preocupase por proteger a un niño de algún tipo posible de trauma - y basado en estadísticas – le prohibiría ver a sacerdotes católicos más que a gays. Como en todo no se trata de tu orientación sexual ni de tu profesión, se trata de tu integridad moral.
Muchos pero muchos sostienen e insisten en asociar la homosexualidad a promiscuidad. Si un gay dice que es discriminado porque no tiene derecho a casarse es como que un polígamo se sienta discriminado porque no tienen derecho a casarse con varias mujeres, he leído ¡Genial la analogía, eh!
Argentina es el décimo país en el mundo y el primero en Latinoamérica en aprobar el matrimonio gay. ¿Llegará la ola argentina a otros países en la región? Al parecer, el Apra busca ganar réditos a través de la controvertida ley. Por lo pronto, para ser felices hay que venir al sur.
Siendo el matrimonio un contrato civil desde la época de los romanos, fue monopolizado a partir de Constantino por la Iglesia Católica hasta el punto de asumirlo como un sacramento. Así, nadie más que un católico podía contraer matrimonio. Ha sido recién hace un par de siglos que el matrimonio civil recobró fuerza y fue accesible para personas de otras religiones. La reciente ley que permite el matrimonio gay en Argentina, cierra y abre un nuevo capítulo en Latinoamérica. El temblor generado en el país sureño quiere expandirse en la región pero en nuestro país hasta los más “progres” han preferido hacer la vista gorda al tema. Aún así, el debate está abierto.
Algunos piensan que los gays buscan el matrimonio religioso. Otros más agresivos creen que buscan destruir el concepto de matrimonio religioso. Ilusa creencia estando tan desgastado y deteriorado dicho sacramento con la alta tasa de divorcios sin contar los temas de violencia doméstica y violación en el matrimonio. El sueño gay no busca recibir la bendición del santísimo sino adquirir derechos; se trata de acceder al matrimonio civil.
Otros piensan que es un capricho bien gay ¡Qué manera de joder de estos rosas, piensan! Pero tampoco se trata de un antojadizo gusto por vestirse de blanco y lanzar un bouquet. El matrimonio permite el acceso a un paquete de derechos adquiridos si sólo eres casado. El derecho a herencia es uno pero mencionaría el derecho a seguro médico, inmigración, reducción de impuestos e inclusive acceso a diversión.
Algunos consideran -de manera “conciliadora y progre”- que una versión paralela sería la solución. Hablemos de “unión gay” en vez de “matrimonio gay” pero con los mismos derechos, sostienen. Se basan en países como Dinamarca o Alemania que han llegado a similar solución. No obstante, ello puede ser tan o más discriminador como la negación al derecho mismo. Es como sostener que tienes derecho a usar transporte público pero te sientas atrás o vas parado; o tienes derecho a educación básica pero en las escuelas de color rosa creadas para homosexuales. Aquí pasa por un tema de dignidad más allá de obtener los mismos privilegios.
Otros creen que el tema debe resolverse a través de un referéndum. Maniqueísta movimiento por parte de algunos políticos teniendo en cuenta los grandes prejuicios que existen en la población. Los derechos como la igualdad no se mercadean ni se plebiscitan. Los derechos se garantizan.
Algunos afirman que el matrimonio es exclusivo de varón y mujer y que tiene un fin reproductivo, ya sea porque dios lo impuso o porque por tradición - generación tras generación- se hace lo mismo. Ni entre griegos famosos por sus gustos homosexuales existía el matrimonio gay, afirman. La tradición como justificación es un absurdo dado que no permitiría ningún tipo de cambio por más erróneo que haya sido. Hace poco más de un siglo, los matrimonios interraciales estaban prohibidos porque atentaban la tradición y claro, cierta pureza de las razas.
Otros en cambio consideran que el matrimonio gay permite la adopción y ello conllevará a terribles traumas para el niño. Primero separemos matrimonio de adopción porque el segundo implica el cumplimiento de muchos otros requerimientos. Segundo, el concepto de papá-mamá es un concepto que va caducando. Lo importante es el concepto de rol paterno-materno. No es sólo por el tema gay, es por el alto número de madres solteras, padres divorciados, padrastros o abuelos que ejercen como padres. La familia feliz de Susanita con la que siempre sueña la Iglesia Católica ahora es compartida por otras composiciones familiares.
Muchos sostienen que no discriminan pero que protegen a los niños. No me queda claro de qué los protegen pero si me preocupase por proteger a un niño de algún tipo posible de trauma - y basado en estadísticas – le prohibiría ver a sacerdotes católicos más que a gays. Como en todo no se trata de tu orientación sexual ni de tu profesión, se trata de tu integridad moral.
Muchos pero muchos sostienen e insisten en asociar la homosexualidad a promiscuidad. Si un gay dice que es discriminado porque no tiene derecho a casarse es como que un polígamo se sienta discriminado porque no tienen derecho a casarse con varias mujeres, he leído ¡Genial la analogía, eh!
Argentina es el décimo país en el mundo y el primero en Latinoamérica en aprobar el matrimonio gay. ¿Llegará la ola argentina a otros países en la región? Al parecer, el Apra busca ganar réditos a través de la controvertida ley. Por lo pronto, para ser felices hay que venir al sur.
0 comments