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La noticia de la muerte de Olegario llegó a Lima cuando los más altos mandos se encontraban en la Segunda Sesión Plenaria del Comité Central ampliado. Abimael decidió encerrarse aparte con la Dirección Central y discutieron el caso.

Los argumentos fueron más o menos los mismos, que el viejo Estado buscaba restablecer su caduco poder gamonal; que era importante sofrenar las revueltas; que debían dejar un claro mensaje; que no se iba a tolerar ninguna rebelión; que los comités Fajardo y Cangallo tendrían como misión dar un duro golpe a la región; que Hildebrando se encargaría de la operación militar.

- No toleraremos mesnadas, sentenció Abimael

Abimael se refería como mesnada a la reacción tomada por los comuneros de Lucanamarca tras la muerte de Huncahuari. Él había sido un comunero prestigioso y querido en el pueblo donde tenía relativamente un mayor número de ganado . Era por lo tanto un "gamonalillo" en el lenguaje senderista. La muerte de Huancahuari -acusado de gamonal y abusivo con los pastores- junto al de su esposa y cuñado por ordenes de Olegario, líder instalado por Sendero Luminoso, había sido el punto de quiebre en el pueblo. La muerte tenía otra posible lectura: Huancahuari y la familia de Olegario tenían un litigio por tierras que no había sido resuelto en años y se trataría más de un ajuste de cuentas. Por una u otra razón, la población decidió pedir ayuda a los "sinchis", pero además decidieron tomar la iniciativa contra los agresores. Sabían que luego de la muerte de Huancahuari, los camaradas se habían refugiado en Paltamachay donde tenían algunos tambos con armamento. Planificaron, emboscaron y tomaron prisionero a Olegario quien luego de llevar al pueblo, lincharon.

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Aquel 3 de abril era domingo y el Alcalde Gualberto había organizado una minka de casi sesenta braceros para reparar la carretera Huancasancos. Se esperaba que el ejército pudiese entrar y traer víveres. Era el mediodía cuando Gilber llegó a la minka avisando que los terroristas estaban arrasando las granjas de Attacara, matando a los animales. Los hombres entonces dejaron de trabajar y discutieron brevemente qué hacer. Se formaron dos grupos, uno con Timoteo, varayoc del distrito, iría por ayuda de los sinchis mientras que otro grupo de trece personas junto a Gilbert subiría a las punas para averiguar qué sucedía. Algunos decidieron regresar de inmediato a Lucanamarca para poner en alerta a sus esposas e hijos. Gualberto había también decidido subir al pueblo. Al llegar, tuvo un mejor panorama de lo que sucedía; terroristas de Sendero Luminoso habían reunido en una casa de Llanacollpa a 27 personas entre ancianos, madres gestantes y niños diciendo que se trataba de una asamblea. Sin embargo, una vez dentro de la casa los habían dado muerte a golpes de hacha, pico y machete; degollados y quemados con agua hervida. Luego habían bajado a Attacara asesinando a tres personas. Se encontraban camino a Lucanamarca. Gualberto entonces decidió que debía de huir y decidió hacerlo por el peñasco de Condorsencca cuando unos terroristas lo detuvieron.

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Las incursiones habían empezado en el ochenta y dos. Habían empezado con discursos amables que alentaban la lucha contra el abuso y la pobreza. Hablaban de un camarada Gonzalo como un padre que iba a dar de comer a los pobres. Invitaban a unirse y luego se iban. Mucho de los pobladores estuvieron de acuerdo y entusiasmados con lo que se explicaba y proponía. Se prometía igualdad y los camaradas repartían alimentos y ganado entre todos. Sin embargo, las siguientes visitas se mostraron más agresivas, afirmaban que convenía asistir a las reuniones, que debían estar de su lado, los obligaban a recibir los bienes robados. La tercera vez que vinieron, tomaron el local municipal, Gualberto fue arrojado por los peñascos y despojado de su ganado, y establecieron que Olegario sería la nueva autoridad. Los forzaron a reunirse en asambleas donde se hablaba de los objetivos de la agrupación; de quién era el viejo Estado; de quién era el Presidente Gonzalo; de la manera en la que debían asaltar un puesto policial; de las personas que tenían animales y chacras a quienes se las tenían que despojar de sus propiedades. Quienes no querían unirse a las asambleas eran enlistados y amenazados de ser asesinados por renegar del partido. Cada vez, las normas se volvieron más estrictas: prohibían comprar y vender el ganado, no estaba permitido salir del distrito, convocaban de manera forzada a las reuniones y a presenciar juicios populares. En enero del ochenta y tres, el juez Misaico los amenazó con denunciar a la policía. Lo apresaron, enjuiciaron y asesinaron bajo la orden de Hildebrando. Era la primera persona que asesinaban en el pueblo.

CONTINUARÁ...

Posted by Cerdas Travesías on

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