Una vez más Cipriani –quien es más un político que a veces ejerce de cardenal - ha lanzado críticas al Ministro Ugarte acusándolo de promover el libertinaje y el abuso sexual por el hecho de repartir una donación de condones. Cipriani trata de convencer que las políticas de planificación familiar son demoníacas y promiscuas mientras que quienes lo fomenten son unos casi proxenetas o depravados sexuales.
El Ministro Ugarte ha detallado el por qué de la política afirmando que es necesario reducir la tasa de embarazos no deseados que en el caso de las jóvenes es del 13% y prevenir el número de casos de VIH/SIDA. Además se puede agregar que la planificación familiar y el uso de condones influyen en la reducción de la tasa de abortos y muerte materna si se considera que el embarazo indeseado es causal de ambos. Finalmente, como el propio Ministro Ugarte, la repartición es sólo un componente de una política más articulada que incluya charlas, consejería y material escrito o audiovisual, por ejemplo.
Cipriani obliga de nuevo a repetir lo ya insistido como disco rayado: Las creencias religiosas no deben inmiscuirse con las políticas de salud pública. Además, existe una desligada lectura de la realidad. La común lectura que suele hacerse por parte de los conservadores es que el uso de condones crea una falsa seguridad y ergo, la persona empieza a fornicar incrementando el número de relaciones y el número de parejas. De ser eso cierto, la promiscuidad -adulta por ejemplo- sería más alta y quizás ya un comportamiento normal y aceptado en las personas, cosa que para el pesar de muchos no sucede. Si por poner un condón en la billetera, bingo! uno asegura -como por arte de magia- una relación sexual o tener dos parejas diferentes, el mundo estaría desabastecido de caucho o los cerdos ya estarían extintos. El incremento de la actividad sexual proviene de una trivialización del acto sexual generado por múltiples factores independientemente que haya o no condón. Así no se repartan condones, la frecuencia de relaciones sexuales será la misma con la única diferencia que la tasa de sexo inseguro será más alta. Sin embargo, el Cardenal que lee lo que pasa en la tierra mirando el cielo, se niega o resiste a reconocer una realidad que es clara para una amplia mayoría. Tampoco sorprende dicha reacción de parte de la Iglesia Católica dado que en la historia siempre anda unos siglos rezagado y de allí que al presente Iglesias Evangélicas más dinámicas y prácticas hayan ganado mayor aceptación entre los feligreses.
Si Cipriani desea evitar los embarazos indeseados y abortos clandestinos, al menos que haga la vista gorda sobre los temas de planificación familiar. Como es posible que en este siglo, Cipriani pueda creer que la abstinencia es un método infalible, factible y único para evitar embarazos no deseados cuando ni siquiera sus propios sacerdotes pueden abstenerse de tener relaciones sexuales. Existe hasta un Presidente cura que es padre de por lo menos uno de los niños que demandan su paternidad. Cipriani –todo lo contrario- debería considerar seriamente pedir al Ministro Ugarte una donación de condones para repartirlos discretamente entre su personal y pastoral. Digamos, más vale tener un sacerdote teniendo sexo (de manera menos irresponsable) que tener un sacerdote padre de familia que difícilmente podrá criar a un niño.
Pero además, como hemos mencionado en un anterior post sobre penalización del aborto, en el fondo, prohibir la distribución gratuita de condones es un atentado contra la equidad. La población beneficiaria es el sector más pobre de la población que no tiene recursos para acceder un método de planificación familiar ni para acceder a información sobre riesgos de sexo inseguro.
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